El coche de hidrógeno

¿Cómo funciona? Tomamos hidrógeno y oxígeno, creamos una corriente eléctrica y liberamos agua. El principio es sencillo, pero el desarrollo tecnológico es más complejo. El corazón de un coche que funciona con hidrógeno es su pila de combustible. Permite transformar el hidrógeno en electricidad y agua utilizando el oxígeno. En la pila de combustible se produce una reacción llamada redox que genera electricidad.

¿Es la propulsión por hidrógeno una nueva tecnología? Este principio redox no es nuevo, fue descubierto por William Grove en 1839. Pero los fabricantes de automóviles esperaron casi dos siglos antes de interesarse realmente por ella. ¿Por qué? Porque durante mucho tiempo el hidrógeno era difícil de almacenar, ya que había que hacerlo a presión (700 bares). En consecuencia, era difícil de transportar.

En 1994, Chrysler se interesó por el concepto y desarrolló un prototipo que aún no se ha producido. Posteriormente, en 2005, Mercedes lanzó el primer coche de serie impulsado por hidrógeno: la Clase B F-Cell.

Hoy en día, los proyectos de desarrollo se multiplican. Por ejemplo, el Toyota Mirai, el primer coche de hidrógeno producido en serie en el mundo. Este Toyota Mirai se comercializó en algunos países en 2018. En 2021, Toyota anuncia su segunda generación, completamente rediseñada y con una autonomía de hasta 650 kilómetros. Otros proyectos están saliendo adelante, como las furgonetas de hidrógeno Kangoo y Master ZE de Renault, el SUV de hidrógeno BMW I y, por último, el transporte público, como la línea de autobús entre Jouy-en-Josas y Versaille, que se está probando desde 2019. E incluso los vehículos pesados, con el Xcient Fuel Cell previsto para 2025.

¿Cuál es el futuro de este modo de propulsión?

Cualquier vehículo de hidrógeno está sujeto a las mismas limitaciones de autonomía que un vehículo de gasolina o diésel, aclara Crestanevada Sevilla: puede llegar a recorrer 500 km con el depósito lleno. Después hay que ir al surtidor, con un tiempo de llenado generalmente inferior a cinco minutos. A razón de unos 15 euros por kilo (porque la unidad de medida del hidrógeno es el kilo), hay que contar con entre 50 y 70 euros para rellenar el depósito.

La creación de redes de estaciones de servicio de hidrógeno en Europa indica que la tecnología está pasando gradualmente a una fase de desarrollo más generalizada. También hay que tener en cuenta que, por el momento, el hidrógeno es menos eficiente: con la misma cantidad de energía, un vehículo eléctrico con batería recorre un 70% más de distancia que un vehículo de hidrógeno. Otra desventaja (actual) es que cuesta unos 15 euros recorrer 100 kilómetros, frente a los dos euros que cuesta un coche eléctrico con batería. Por el momento, la democratización no está en marcha.

Si el hidrógeno no tiene la ventaja hoy, todo puede cambiar en el futuro. Según un estudio publicado en el segundo semestre de 2018 por el banco Morgan Stanley, el coste de la producción de hidrógeno debería bajar un 70% de aquí a 2030 para alcanzar una cifra global anual de 2.300.000 millones de euros frente a los 135.000 millones actuales. Esto es suficiente para atraer a los inversores y… a los conductores.