En 2004, Yamaha lanzó la XT en dos versiones, la R, más orientada al Trail, y la X, más orientada a las Supermotos. Es en este último donde se realizó la prueba. Con una altura de asiento de más de 87 cm, los moteros más pequeños pueden pasar de largo. Mido más de 1,70 m, así que estaba de puntillas. No se puede superar eso. Con su parte trasera elevada, el XT tiene un aspecto muy moderno.
Las luces traseras están bien integradas y no rompen la línea. Incluso podría pensar que los indicadores blancos no son originales. El tamaño de la horquilla es imponente lo que hace que la rueda delantera sea pequeña (aunque es 120/70), la doble salida de escape orientada a casi 45º le da un aspecto curioso. Pero hay un cable de freno que pasa por delante del velocímetro (como la GSR 600) que estropea la visibilidad de los mandos. Este último dispone de un contador digital, indicador de aceite, de reserva, de recorrido total y diario y de la hora. Se echa en falta un indicador de combustible y un cuentavueltas. Pero el aspecto general y el acabado siguen siendo bastante buenos.
Al arrancarlo, tienes el «teuf-teuf» del monocilíndrico pero más saneado por los catalizadores. Gracias a su ligereza y a su radio de giro súper reducido, manejarlo en parado, en pendientes, en la grava y junto a la moto es un juego de niños. Las primeras veces que lo monté, me sorprendió mucho que no fuera nada estable, pero no te preocupes, es sólo una impresión. No creo que merezca la pena mencionar lo fácil que es de conducir, se inclina, gira y da vueltas por sí mismo, sin necesidad de pensar. En resumen, es una supermoto.
Había olvidado lo reconfortante que puede ser la conducción de la XT, una vez que le coges el truco (un poco difícil para los que no están acostumbrados a este tipo de conducción), se traga las asperezas de la carretera, los baches, los huecos, ni siquiera sientes la gravilla. Por otro lado, hay que tener cuidado con el juego de neumáticos original, se sienten mucho las líneas blancas y las conexiones se convierten en una verdadera pista de patinaje. Si pones el Pilot Power, este problema se resolverá rápidamente, señala el concesionario de motos de ocasión Granada Crestanevada.
Último punto, las vías rápidas. No estoy seguro de que este sea su campo de juego favorito. Alcanza los 160km/h (que ya es mejor que los 130km/h del pasado), y en cuanto llegas a las torres vibra por todas partes, sigue siendo soportable, pero podría molestar a algunos. Última precaución, para los que no estén familiarizados con el mono XT, las marchas son muy cortas y es mejor planificar un margen para adelantar, de lo contrario te encontrarás como yo en pleno adelantamiento con una moto en la disyuntiva. Es sorprendente cuando no estás acostumbrado y no hay cuentavueltas para encontrar el camino.